Читать книгу Un mundo para Julius онлайн

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El capítulo cuarto se llama «Los grandes», porque el traslado a la nueva casa coincide con una época en la que Julius pertenece a la casta de los alumnos más grandes en un colegio de niños pequeños. Julius seguirá descubriendo el desequilibrio escolar entre débiles y fuertes y matará las páginas de este capítulo asistiendo a las clases de piano de la extravagante y enloquecida Frau Proserpina, haciéndose amigo de Cano, el niño débil que quiere cambiarle el nombre a las cosas de este mundo, y enamoriscándose por primera vez de una colegiala que vive en el edificio de su profesora de música. Al resto de la familia se le pasa el capítulo buscando nuevos criados para la casa nueva: el jardinero Universo, el cocinero Abraham y la niñera Flora (la Decidida), sustituta de Imelda, sustituta de Vilma.

El último capítulo se llama «Retornos», porque en él retorna todo, las personas, los recuerdos, las historias, y hasta el argumento retorna sobre sí mismo, se pliega, se muerde la cola, ofreciendo una imagen completa y cerrada de la infancia de Julius, desde su nacimiento hasta ese momento exacto en el que el niño descubre que está solo ante el vacío de la realidad y que debe aprender a controlarse, porque no hay nadie que pueda solucionárselo todo y porque ninguna ayuda es más sólida que el esfuerzo de la desconcertada voluntad propia. Durante este quinto capítulo Bobby intenta violar a la Decidida, el segundo hermano y la tercera niñera; se muere la planchadora Arminda, haciendo regresar con su entierro las imágenes del entierro de Bertha. Los compañeros de Bobby organizan una fiesta y la casa se llena de quinceañeras, muchachas con la misma edad que tendría Cinthia. La hermana de Julius siempre había estado ahí, pero no sabíamos con cuánta fuerza. El hermano mayor, Santiago, que lleva tiempo estudiando en los Estados Unidos, vuelve a casa de vacaciones, acompañado de su amigo Lester Lang IV. Nilda, la cocinera expulsada, vuelve para darle un regalo a Julius, que dentro de una semana va a cumplir once años. Julius, por timidez, o porque ya está cambiando, no se atreve a verla, pero escucha una conversación en la que descubre que Vilma, su primera y mística niñera, ha acabado de prostituta, y además se entera de que su hermano Bobby se la encontró una noche en el burdel y se ha estado acostando con ella. En ese momento exacto la realidad aparece con la metáfora de un inmenso globo pesado, enorme y monstruoso, inaguantable... Pero es también el momento en el que Julius ha aprendido a controlarse y no llora en público, no pide ayuda, no trata de cambiar imaginariamente lo sucedido. Se limita a cerrar la puerta de su cuarto, dejando el globo inmenso fuera, pero aceptando su propio vacío. Y la novela acaba así: «...quedaba un vacío grande, hondo, oscuro... Y Julius no tuvo más remedio que llenarlo con un llanto largo y silencioso, llenecito de preguntas, eso sí».

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