Читать книгу Un mundo para Julius онлайн

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Nacido en el palacio original, los sucesos empiezan con la muerte de su padre, y allí estaba él para iniciar el argumento con su mirada: «Lo cierto es que cuando su padre empezó a morirse de cáncer, todo en Versalles giraba en torno al cuarto del enfermo, menos sus hijos que no debían verlo, con excepción de Julius que aún era muy pequeño para darse cuenta del espanto y que andaba lo suficientemente libre como para aparecer cuando menos lo pensaban, envuelto en pijamas de seda, de espaldas a la enfermera que dormitaba, observando cómo se moría su padre, cómo se moría un hombre elegante, rico y buenmozo» [resaltado mío].

La novela va deteniéndose en la mirada de Julius. Cuando conoce en Chosica al pintor vagabundo, se nos dice: «Julius era todo ojos y oídos porque Peter, así se llamaba el pintor, ya había estado en la selva y se conocía Iquitos, Tarapoto y Tingo María como la palma de su mano». Cuando la modista familiar le hace su uniforme para el colegio, se nos dice: «Julius se quedó cojudo, mirándola mientras seguía habla que te habla con la boca llenecita de alfileres y nada, no se le caía ni uno, como si estuvieran incrustados en las encías». Después de que Juan Lucas compre la camioneta para llevar a los niños al colegio, el cambio supone para Julius que deja de ver al conductor del autobús escolar: «Julius ya estaba asistiendo hacía varios meses, cuando a Juan Lucas se le ocurrió lo de la camioneta. Tan lindo como era tomar el ómnibus del colegio por la tarde y regresar a casa mirando durante el trayecto la mano enorme del negro Gumersindo Quiñones, descendiente de los esclavos de los niñitos Quiñones, y como que a mucha honra porque sonreía cuando te lo contaba».

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