Читать книгу Un mundo para Julius онлайн

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Lo importante es que las miradas hacen que Julius dialogue consigo mismo al descubrir las extrañezas de un mundo sorprendente y absurdo. Julius siempre está pensando algo cuando mira en secreto o cuando le sorprenden mirando. En el castillo de sus primos Lastarria, Julius se pierde por las salas nobles y allí lo encuentran «mirando muy atento una enorme armadura de metal». Julius se come el mundo con los ojos, es decir, el mundo de Julius es un mundo comido por los ojos y a partir de ahí van tomando sentido los matices. Cuando vuelve a perderse con Cinthia, recorren grandes dormitorios, baños en cuyas tinas podía uno quedarse a vivir; penetran en la parte de la servidumbre, con un suelo de losetas frías como de patio, y allí los encuentra Vilma:

–¡Dónde se han metido! –exclamó Vilma, al verlos.

–Este baño no tiene tina, Vilma –comentó Julius.

Fue toda la respuesta que obtuvo...

Ya con una incipiente conciencia de lo que significa la pobreza, cuando descubre la casa miserable en la que vive Arminda, también entra en un significativo diálogo interior provocado por los ojos: «una gallina lo estaba mirando de reojo, nerviosísima, y bajo la media luz de una bombilla colgando de un techo húmedo, todo al borde del corto circuito y el incendio, familia en la calle. Y él ya no sabía hacia dónde mirar y es que miraba ahí para no mirar allá y sentía que continuaba insultando a Guadalupe, a Arminda, tal vez hasta a Carlos porque el piso está frío y es de tierra [...] la mirada es insulto y ahí también y aquí también...».

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