Читать книгу Un mundo para Julius онлайн

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En este retrato del mundo color de rosa y de los pasajeros de tercera que hace Bryce Echenique es muy importante la capacidad para dotar de vida, en pocas páginas, a los personajes secundarios, abriendo así el panorama más allá del mundo familiar. El arquitecto de moda, el taurino gordo Romero, el aspirante a triunfador Juan Lastarria, el vividor Tonelada, el casi pobre Cano, el chófer Gumersindo Quiñones, el entrenador de fútbol Morales, todos ellos acaban dibujando los mil matices de un mundo casi dividido en dos, un mundo que se le mete a Julius por los ojos y se desborda en voz narrativa. Son personajes vivos en cuatro gestos, pero no son caricaturas, porque un mundo dividido no es un mundo simplificado y porque sus maneras de ser funcionan en el argumento general de la novela, y sus historias o sus manías tienen rotundidad, llaman la atención, participan de la sucesiva sorpresa de la realidad. Y, como dije antes, no hay juicios dogmáticos, pero sí una clara conciencia moral tanto en Julius como en Bryce Echenique, cada cual con su edad. Julius notó las diferencias entre el entierro de su padre y el entierro de Bertha, cuyo ataúd había salido por la puerta trasera de la casa. Como respuesta se hace cómplice de su hermana Cinthia en una ceremonia de restitución y homenaje dedicada a la sirvienta. Años más tarde, cuando muere Arminda, por fidelidad a Cinthia y por cariño a los criados, montará toda una estrategia de pestillos para que su ataúd acabe saliendo por la puerta principal de la casa. También es sintomático que el autor haga aparecer al final de la novela a los dos personajes despedidos: Nilda, con su hijo muerto de miseria, y Vilma, obligada a la prostitución. Son dos ejes morales de esta historia.

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