Читать книгу Un mundo para Julius онлайн

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La mirada del tímido crea un mundo en el que se configura una personalidad. Cuando la familia va una tarde a la plaza de toros, se nos dice: «Primera vez que Julius se internaba por barrios antiguos de la gran Lima, era puro ojos con todo». Y cuando el arquitecto lo lleva a ver la construcción de la casa nueva y se encuentra con los albañiles, se nos dice: «Por eso Julius llegó sonriente y decidido a ver algo nuevo, interesante y alegre. Y por eso ahora, al bajar del automóvil del arquitecto, andaba bastante desconcertado: aparte de que era muy probable que todos se fueran al infierno porque no paraban de gritar lisuras, estaban semidesnudos y todos pintarrajeados». Cuando el niño se siente atraído por la joven colegiala que vive en la casa de su profesora de piano, se nos dice. «Claro que él siempre llegaba un poquito tarde porque hasta hoy, en que había descubierto que la chica lo había descubierto, se quedaba un segundito más mirándola y ahí se le iban varios minutos de clase».

Y así hasta el infinito, mirándolo todo, hasta el punto de que su madre tiene que decirle «Darling, no lo mires tanto», cuando Julius se obsesiona con el gordo Lalo Bello, que come langostas en la mesa de al lado. O su hermano Bobby, tiene que gritarle «¿Tú que miras?», cuando se sirve una copa de coñac ante los ojos críticos de Julius.

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