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El rey Jorge III padecía de una leve demencia junto a otros trastornos delicados de la salud. Requería de un médico de cabecera. Jorge III se había ganado el apodo de “rey loco”, y el poder político del reino había tenido que ser delegado. Además de haber perdido la colonia norteamericana, el Rey Jorge III encomendó sus deberes al primer ministro William Pitt. Hábilmente, Pitt llevó a Inglaterra al triunfo sobre Napoleón Bonaparte en las batallas de Trafalgar y Waterloo, tras lo cual el emperador francés perdió ambas batallas y terminó preso en la isla británica de Santa Elena.

Para el Reino unido comenzaba la era del dominio de los mares, mientras la Revolución Industrial tomaba fuerza desde Birmingham y sus productos eran ofrecidos comercialmente a todo el mundo: armamentos, maquinaria textil, naves y otros.

Inglaterra tomaba además la tecnología en sus manos, junto al poderío naval obtenido tras la captura de las flotas franco-españolas y de su arsenal de guerra. Lógicamente, el dominio de franceses y españoles sobre sus colonias en América Latina se debilitó. Para los ingleses, las rutas comerciales se tornaron muy interesantes, por la pretensión de unir Londres con Lima, en momentos en que las colonias del sur de América conocían una poderosa fuerza de liberación.

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