Читать книгу La universidad cambiante. El uso de nuevas tecnologías y transferencia de resultados para la inclusión y el cambio social онлайн

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No sólo por el creciente empleo de robots, sino por otro conjunto de avances como la digitalización, la conectividad, la automatización y la inteligencia artificial, se habla de una “cuarta revolución industrial”, eso sí, bastante disruptiva y acelerada. Conviene recordar que los cambios tecnológicos siempre han conllevado transformaciones en los modelos de producción y en el propio trabajo humano, pero tales modelos se han ido superponiendo, no ha existido en la historia un radical desplazamiento de unos modelos por otros (Alonso Olea, 2013). Por lo tanto, aunque se hable de una “nueva revolución industrial”, los modos de producción ahora existentes seguirán conviviendo con los nuevos modelos productivos más asentados sobre los avances tecnológicos y, asimismo, los sectores productivos tradicionales irán incorporando paulatinamente las nuevas tecnologías en aspectos v. gr. como la toma de decisiones sobre ciclos de producción, comercialización, organización y gestión del personal.

Lo diferente de esta revolución es el carácter disruptivo subsiguiente a la propia aceleración de los avances tecnológicos, lo que pone de manifiesto las limitaciones de los modos de gobernanza y al “control político” del fenómeno, que se muestran incapaces para reconducirlo a términos “civilizatorios” (las propuestas de regulación en curso para los conocidos como riders son un buen ejemplo de ello). En realidad, nuestros modos de gobierno de la economía y de la producción –y obviamente de sus regulaciones jurídicas– cada vez se muestran más incapaces de dar respuesta al cambio tan acelerado que conlleva la inteligencia artificial y el dataísmo (a la que ha dado en llamarse “una nueva religión”) (Harari, 2016: 400). La tecnología es “neutra” per se, depende de los usos que hagamos de ella, pero la experiencia histórica ha demostrado que solemos tardar un tiempo en neutralizar sus efectos nocivos para la sociedad. Riesgos que, en principio, no eran aparentes. No se trata de abanderar una especie de “ludismo anti-digital” pero sí de tener la prudencia y las reservas necesarias, basadas en la experiencia histórica de nuestro dominio del mundo (incluso de la propia biología) y de las relaciones sociales a través de los avances tecnológicos.

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