Читать книгу Asimetrías en el sistema español de garantías reales онлайн
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La creciente importancia del papel del crédito en nuestra sociedad conlleva paralela y simultáneamente la de las garantías establecidas para procurar su restitución, ya que es solo mediante ellas que el acreedor puede mitigar los riesgos derivados de la falta de conocimiento acerca de la solvencia y situación económica del deudor: el financiador ignora si el financiado le devolverá o no el crédito y, por ello, tan solo pondera con la información que tiene a su disposición –y que le es suministrada por aquel en su mayor parte– el riesgo de impago que asume. De este modo, la información que debería suministrar el financiado es suplida en cierta manera por el valor de la garantía.
Pues bien, las garantías de naturaleza real son, en esta perspectiva, singularmente eficientes, ya que permiten al acreedor prescindir y desentenderse en gran medida de la persona del deudor y de sus vicisitudes tanto personales como patrimoniales. Como decía la exposición de motivos de la Ley Hipotecaria de 1861, el que presta con hipoteca (afirmación que puede hacerse extensiva a las demás garantías reales), “más bien que a la persona, puede decirse que presta a la cosa: el valor de la finca hipotecada es la causa por la que entra en la obligación: el deudor es solo el representante de la propiedad; al prestamista nada le interesan el crédito, el estado de fortuna, las cualidades morales de la persona a quien da su dinero, porque para nada las tiene en cuenta; lo que importa es que la finca baste a reintegrarle en su día de lo que dio. Su crédito no es un crédito personal, es un crédito real; no depende de la persona del deudor, no está sujeto a sus vicisitudes; lo que importa al acreedor es que la hipoteca no desaparezca: adherido, por el contrario, su crédito a la finca, no se altera por la pérdida del crédito personal de su dueño […]. Con la adopción de este sistema, los capitales tendrán un empleo sólido y fácil, el propietario gozará de un crédito proporcional a su verdadera riqueza, se activará la circulación, bajará el interés del dinero, y nacerán nuevas fuentes de riqueza y prosperidad”.