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En la idea ya referida por la Carta de las Naciones Unidas de 1945ssss1 según la cual el fomento de los derechos humanos es el mejor instrumento para mantener la paz, ya que una sociedad más justa desincentiva el delito, a través de las Directrices se establecen pautas fundamentales en materia de prevención del delito por parte de la ONU. Es así como éstas, partiendo de la concepción de la Convención del menor con plenos derechos, propone un enfoque que ha sido calificado de proactivo y positivo respecto a la prevención, en el que ésta vaya más allá de la situación conflictiva, promoviendo derechos fundamentales en torno al menor.
Las Directrices estableces estrategias relacionadas con diversos ámbitos como el proceso de socialización, los medios de comunicación, la política social y la legislación y administración de justicia. A título de ejemplo en el ámbito de la socialización se señala la importancia de favorecer dicho proceso en los menores, reconociendo su coparticipación en ellos (No. 10) y destacando como en materia de educación se debe prestar “ayuda especial a niños y jóvenes que tengan dificultades para cumplir las normas de asistencia, así como a los que abandonan los estudios” (No. 30). En el mismo enfoque en materia comunitaria, se propone la necesidad de crear servicios y programas de carácter comunitario “que respondan a las necesidades, problemas, intereses e inquietudes especiales de los jóvenes y ofrezcan, a ellos y a sus familias, asesoramiento y orientación adecuados” (No. 32).