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Entonces, la «aparición» de la señora Arnoux le libera de desear ninguna otra cosa. Este es el deseo imposible. Y está dispuesto a quedar clavado en él.

Los detalles en La educación sentimental

Una novela con personajes mediocres y que apenas tiene trama: un joven de provincias va a París a estudiar derecho. No le atraen los estudios, hereda una fortuna y puede vivir como había soñado. Pero está atrapado en un deseo irrealizable, deseo que gobierna su existencia, su relación con los amigos, su relación con las mujeres, su relación con el dinero. Pasan los años y tras no haber sabido o querido forjarse un porvenir, rodeado de personajes aún más mediocres que él, vive con una pequeña renta, convertido en un pequeño burgués.

¿Novela aburrida? ¿Porque Frédéric es un personaje aburrido y que aburre, como dice Thibaudetssss1? ¿Porque la trama es el discurrir de unas vidas anodinas?

En La educación estamos ante una novela de detalles, y el lector los va descubriendo desde los primeros capítulos. Algunos detalles son insignificantes, y nos hacen sonreír, como en el capítulo III de la primera parte: «su apartamento, adornado con un reloj de péndulo de alabastro, le desagradaba». El reloj de péndulo aparece en unas doce ocasiones en la novela como un elemento de confrontación con el personaje, como un símbolo de esa vida que trascurre de una manera irremediable y monótona, pero no nos lleva más lejos. Otros detalles, sin embargo, son el hilo conductor de diferentes aspectos de los personajes. Ese joven que viaja con un álbum bajo el brazo, es un recuerdo de las artes visuales que tendrán importancia a lo largo de la novela: Arnoux, marchante de cuadros, Pellerin, pintor que se debate entre las distintas tendencias de la pintura, el narrador mismo que nos va pintando cada escena. Todo el trayecto fluvial se asemeja a diferentes escenas de un álbum cuyas páginas vamos pasando. Otro detalle puede ser la manera de introducir a los personajes: dos o tres pinceladas para el señor Arnoux: su vestimenta ‒esas botas de cuero rojo de Rusia‒, su aire seductor, no sólo con las mujeres, también encandila a Frédéric, su reflexión en torno a unos cálculos comerciales: ya tenemos el tipo.

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