Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн

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Esta búsqueda lo llevó a conocer todo aquello que le fue coartado o prohibido. Eso que algunos llamaban maldad, para él pasó a ser emociones nuevas, conocimiento y grandeza. Emociones como aquella ocurrida en el barrio puerto, cuando por ayudar a una amiga a que se acostara con un gringo, estuvo a punto de ser arrestado por los marines de la Unitas bajo el cargo de tratante. Si no hubiese sido por su vasto conocimiento de todos los escondrijos del sector, los gringos le habrían sacado la cresta a palos y después lo habrían entregado a los navales chilenos.

La primera vez que se acostó con una prostituta, también fue uno de los grandes sucesos en su vida. Fue esa tarde en que el Pelao Enrique y el Chueco Aníbal se confabularon para venderlo a la Tía Rebeca por unas cuantas botellas de pisco y algunas bebidas. Ese día entró al oscuro mundo de las bajas relaciones, de amigos sin escrúpulos y de mujeres que pagaban gruesas cantidades de dinero por poseer a un cabrito virgen. La Tía inspeccionaba directamente la mercadería, para luego transarla sin intermediarios. Damas prominentes, de trato muy reservado y especial, eran las favorecidas.

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