Читать книгу Sin miedos ni cadenas. Lecturas devocionales para damas онлайн
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Muchas veces intentamos mantener nuestro pasado bajo llave. No creemos que valga la pena analizar los capítulos más difíciles y traumáticos. Sin embargo, parafraseando a Richard Rohr, el dolor que no se transforma, se transmite. Para crecer, debemos rescatar el bronce de entre los cadáveres y martillarlo para crear algo diferente. Como escribe el psicólogo y teólogo estadounidense Dan Allender, en The Wounded Heart [El corazón herido]: “Enfrentarnos al pasado nos permite ver el presente con mayor claridad”. Cuando no lo hacemos, “el pasado se aferra al presente como […] un ancla invisible que demora el progreso de la embarcación”. En el proceso de recuperar y martillar el bronce, entresacando lo bueno de lo malo, Dios le dio al pueblo de Israel la oportunidad de transformar la historia y redimir el dolor.
Teniendo en cuenta cómo estos 250 hombres habían deshonrado los incensarios, Dios podría haber instruido que la lámina de bronce tuviera un uso secular. Sin embargo, Dios dijo que debía utilizarse para cubrir el altar, como un recordatorio. ¡Esta parte de la historia me parece tan significativa y conmovedora! Luego de la ardua tarea de martillar el bronce a mano, la lámina se usa en el servicio sagrado del Tabernáculo. El pasado, procesado, no es basura: es sagrado. ¡Dios puede usarlo para su honra!