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Padre, yo soy tu hija. Ayúdame a vivir hoy anclada en esta generosa verdad.

26 de enero

Un nombre nuevo


“Todo el que tenga oídos para oír debe escuchar al Espíritu y entender lo que él dice a las iglesias. A todos los que salgan vencedores, les daré del maná que ha sido escondido en el cielo. Y le daré a cada uno una piedra blanca, y en la piedra estará grabado un nombre nuevo que nadie comprende aparte de aquel que lo recibe” (Apoc. 2:17, NTV).

Ayer, un amigo me envió un poema que había escrito acerca de las palabras con las que nos definimos. Hay etiquetas y rótulos con los que cargamos desde la infancia. Palabras que nuestros padres o compañeros del colegio usaron para describirnos, y que se nos pegaron al corazón como velcro. Si te detienes tan solo unos segundos a meditar, estoy segura de que sabrás cuál es la palabra que vienes acarreando. La palabra que Carrie O’Toole llevaba colgando de su cuello era “estúpida”.

Carrie O’Toole es una consejera y autora estadounidense. Cuando la entrevisté para la Radio Adventista de Londres, me contó que durante un retiro espiritual el predicador pidió a los presentes que pasaran tiempo a solas con Dios para recibir una nueva palabra. Él le dio a cada uno una roca pintada de blanco, para que pudiesen escribir lo que oyeran. Carrie estaba preocupada; no estaba acostumbrada a este tipo de ejercicios y tenía miedo de ser la única que no oyera a Dios decir nada. Sin embargo, se sentó en el parque, como el predicador había sugerido, y le preguntó a Dios qué palabra la definía mejor. Su sorpresa fue grande cuando Dios le dijo: “¡Brillante!” Esta palabra habla no solo de inteligencia, sino de la luz que se refleja en alguien. Carrie escribió la palabra en la roca y la colocó en el escritorio de la oficina de su casa. Ahora, todos los días Dios le recuerda quién es ella realmente.

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