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Desnudos y temblando, Adán y Eva se escondieron. Dios se acercó, no para condenarlos ni exigirles que ellos mismos encontraran una solución, sino para traerles esperanza. El sentimiento de culpa son las hojas de higuera. El arrepentimiento genuino es permitir que Dios vea nuestra alma desnuda y nos cubra con la piel del cordero (Gén. 3:21).

Jesús, gracias porque tú me ves y aun así me amas.

4 de febrero

Firmes en la libertad


“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud” (Gál. 5:1).

Hace poco vi un video en el que 27 leones, rescatados de diferentes circos en Sudamérica, eran liberados en un santuario para animales en Sudáfrica. Cuando los cuidadores abrieron las jaulas en las que los habían transportado, me sorprendió notar que muchos de los leones dudaban en salir. Llevó un tiempo que estos majestuosos y exhaustos felinos avanzaran, dejando el pasado atrás. ¡No somos muy diferentes de estos leones! Todas tenemos la tendencia inicial a quedarnos con lo conocido y familiar, por esclavizante que sea, en lugar de avanzar hacia nuestra libertad. El pueblo de Israel añoraba el pescado, los pepinos y las cebollas de Egipto (Núm. 11:4-6). Los gálatas, luego de haber recibido el evangelio por fe, extrañaban el legalismo (Gál. 5:1-13). Aunque la libertad de una nueva vida esté delante de nosotras, tenderemos a mirar hacia atrás, como la esposa de Lot (Gén. 19:26).

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