Читать книгу Sin miedos ni cadenas. Lecturas devocionales para damas онлайн

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Parece absolutamente necio e ilógico que Dios nos salve por su gracia, tan solo con mirar a Jesús. Sin embargo, ¡este es el remedio que él escogió! Aceptemos el diagnóstico y la medicina que Dios nos ofrece. Dejemos de enfocarnos en nuestros defectos y virtudes; miremos al Rey en su hermosura.

Señor, tú puedes sanarme de todas mis enfermedades. Ayúdame a confiar en Jesús como mi Salvador de todo corazón. Hoy no quiero apartar mi mirada de él, ni por un instante.

7 de febrero

Sanas y salvas


“Sáname, oh Jehová, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza” (Jer. 17:14).

Tú no eliges el tratamiento, Dios elige cómo sanarte.

Naamán era un hombre poderoso, jefe del ejército del rey de Siria, muy estimado y favorecido por su rey. Pero Naamán tenía un gran problema: tenía lepra. En los tiempos bíblicos, esta era una enfermedad crónica, que mutilaba y segregaba socialmente a las personas. A medida que la enfermedad avanzaba, las uñas de los pacientes se aflojaban y caían. Como una gangrena, la lepra avanzaba después a los nudillos, dedos y dientes. Finalmente, la lepra tomaba la nariz, el paladar, los ojos, y la vida (según el comentario bíblico The Enduring Word).

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