Читать книгу Sin miedos ni cadenas. Lecturas devocionales para damas онлайн
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Esa última oración me persiguió todo el día, zumbando en mi mente como un tábano. Estoy convencida de que la depresión, así como otros trastornos de la ansiedad, no piden permiso para llegar ni buscan un día libre en tu calendario. Amontonar culpa sobre los hombros de una persona deprimida es un acto de crueldad. Sin embargo, es útil comprender que hay una diferencia entre culpa y responsabilidad.
En su artículo “Trauma Is Not Your Fault, but Healing Is Your Responsibility”, la autora Brianna Wiest lo describe de esta manera: “No podemos olvidar que, aunque [el evento traumático] no fue nuestra culpa, sanar las consecuencias siempre recaerá sobre nosotros; y en lugar de verlo como una carga, podemos aprender a verlo como un extraño don”. Todas cargamos con heridas y traumas del pasado. Sin embargo, a menos que dejemos de apuntar con el dedo y aceptemos la responsabilidad de sanar, vamos a contagiar a otros con nuestro dolor y nos perderemos la oportunidad de vivir mejor.
Asumir la responsabilidad de sanar nuestras heridas es un regalo extraño, envuelto en un papel de regalo sucio y arrugado. Sin embargo, desenvolver ese paquete, como escribe Geri Scazzero en The Emotionally Healthy Woman [La mujer emocionalmente sana], puede ser lo mejor que hagamos: “Permitirme sentir mi propia tristeza me ha permitido ser más compasiva con la tristeza de los demás. Ahora estoy convencida de que este es uno de los mejores regalos que tengo para dar”.