Читать книгу Más allá del ayer. Misioneros en África para Jesús онлайн

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El aterrizaje de la gran Boeing 747 fue notablemente suave: apenas una sacudida y la máquina fue rodando por la pista hasta detenerse del todo. Un tanto preocupada, una azafata vino hasta mi asiento y me habló en voz baja:

–¿Es usted el Señor Noltze? Piensa dejar aquí el avión, ¿verdad? Monrovia es una ciudad muy peligrosa, señor, ¡y mucho más a estas horas de la madrugada! ¿Cuenta usted con atención aquí? ¿Necesita nuestra ayuda?

En ese momento comencé a darme cabalmente cuenta de en qué aventura me había metido. Sentí cómo el calor subía hasta mi cuello y mi garganta. Con sorpresa, escuché mi voz decir en tono sereno y con plena convicción:

–Sí, sí... interrumpo aquí el vuelo. No se preocupe... ¡yo nací aquí!

La mujer, sorprendida, se retiró cortésmente. Y entonces llegó el momento... ¡Era, evidentemente, mi momento! De hecho, el único pasajero que dejaba el avión era yo. Sentí cómo todos los ojos se posaban en mí, el personaje exótico. El equipo de tierra arrimó una escalera móvil a la puerta de salida del avión. Con un paso subí hasta la plataforma de esa escalera, me tomé de la barandilla. Estaba húmeda. Y, entonces, me sentí de pronto rodeado de la noche africana... Un cielo estrellado se extendía sobre mí. El aire era cálido... Más que cálido: caliente y denso, impregnado del aroma mohoso-húmedo tan propio de la selva tropical.

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