Читать книгу Más allá del ayer. Misioneros en África para Jesús онлайн
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Por vías muy inusuales, y luego de que pasara por diversas manos, Bruce A. Roberts había recibido, como director de la escuela de Konola, el extraño telegrama que yo había mandado. Entonces, lo evaluó. Una y otra vez –me contó– había leído el mensaje, había analizado el contenido y, finalmente, había logrado darle al texto su correcta interpretación. ¡Se había arriesgado a conducir de noche, cien kilómetros por rutas de selva, hasta el aeropuerto, para esperar allí a un absoluto desconocido!
A través de las oscuras y desiertas calles de Monrovia, tomamos finalmente la ruta hacia el interior, el camino a Konola.
Entrada principal de la Konola Academy.
Gatai, la niñera
Me desperté demasiado temprano. Una mirada al reloj me confirmó lo que mi cuerpo me decía: no había dormido muchas horas. Eran a penas las seis de la mañana.
Me sentía incómodo y hacía demasiado calor. Noté que estaba bañado en sudor. Mi ropa, inusualmente húmeda, estaba pegada a mi cuerpo (y eso que eran las primeras horas del día). En el aire, denso, se percibía un constante aroma húmedo y mohoso, propio de la selva tropical.