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Esto, y mucho… mucho más sucedió en el año 2.009 en el coche blanco N° 281 de “La Termal”.

A modo de aclaración, ambas cifras al sumarlas (por separado) sus dígitos dan por resultado el N° 11.

Es, porque entre nosotros, viajaron los Caballeros que apostaron en los Casinos y… no contaron ¿cómo les fue?

Un solo puño

Una bandada de gorriones se esparce con bullicio de niños alborotados.

En el patio de tierra de la casa, dos álamos altísimos y equidistantes vigilan.

La anciana se levanta de su cama arrastrando su húmedo letargo, envolviéndose en la polvareda de su pesado caminar y da un quedo carraspeo para que el hijo tan enajenado, detenga la lucha que repetitivamente realiza con cara hosca y terminante.

El hombre, como atendiendo a ciegas la orden maternal, se sienta en la soledad de su cansancio, mientras el supuesto rival se aparta de sus sombras. Basílico Basualdo había regresado a su hogar después de vivir la experiencia singular.

Naturaleza amanecida con pureza de lirios había sido este niño. El lucero del amanecer guiaba sus pasos de semi sonámbulo. Iba dispuesto a enfrentar la rutina que cumplía sin cuestionamientos. Tierras labradas. Surcos abiertos. Cielo llano. Claridad. Monotonía y silencio. Todo era posibilidad. Mundo sencillo y sin locuacidad.

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