Читать книгу Un rayito de luz para cada día онлайн

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El abuelo de Josías fue Manasés, quien fue un rey malvado. Amón fue el padre de Josías, que también fue desobediente y perverso, por lo que reinó solo dos años. Allí fue que tomaron a Josías para ser rey. ¡Que tremenda responsabilidad! ¿Cómo guiar a un pueblo por el buen camino si venían siguiendo los malos caminos de su padre y abuelo por tantos años?

Elena de White escribe que, cuando Josías se convirtió en rey, algunas personas que todavía amaban a Dios y querían hacer su voluntad sintieron esperanza. Sabían que Josías, aunque tenía solo ocho añitos, amaba y obedecía a Dios. ¡Qué hermoso testimonio! Desde el comienzo, el pequeño rey “hizo lo recto en ojos de Jehová, y anduvo en todo el camino de David su padre, sin apartarse a diestra ni a siniestra” (2 Rey. 22:2).

“Hijo de un rey impío, asediado por tentaciones a seguir las pisadas de su padre, y rodeado de pocos consejeros que lo alentasen en el buen camino, Josías fue sin embargo fiel al Dios de Israel. [...] Decidió hacer lo recto en vez de rebajarse al nivel de pecado y degradación al que habían caído su padre y su abuelo. ‘Sin apartarse a derecha ni a izquierda’, como quien debía ocupar un puesto de confianza, resolvió obedecer las instrucciones que habían sido dadas para dirigir a los gobernantes de Israel; y su obediencia hizo posible que Dios lo usase como vaso de honor” (PR 283).

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