Читать книгу Un rayito de luz para cada día онлайн

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¿Sabes? Ese pequeño gesto de bondad me marcó profundamente. ¿Valía la pena tanto esfuerzo por una tapita de plastilina? Para esta amorosa señora, sí, valía la pena. Valía la pena gastar tiempo, valía la pena esforzarse, idear nuevos métodos. Valía la pena demostrar bondad para con una niñita de tres años, desolada por la pérdida de su tapita.

Hoy quiero invitarte a pensar, ¿qué esfuerzo vale la pena para ti hacer, para ser bondadoso con los demás? ¿Te detendrías a ayudar a un niño pequeño? ¿Te molestarías en salvar un pajarito? ¿“Perderías tiempo” en consolar a alguien que llora? ¿Te quedarías sin recreo para explicarle matemáticas a un compañerito que no entiende?

Cinthya

10 de febrero


La dama de la lámpara

“Y este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado” (Juan 15:12, NVI).

Florence Nightingale nació en 1820 en una familia rica e influyente. Aunque en esa época no era común que las niñas estudiaran, su padre mismo le enseñó italiano, latín, griego, filosofía, historia, literatura y matemáticas. Como una dama rica, bella, y preparada, cuando fue ya mayor recibió varias propuestas de matrimonio. En aquellos días se creía que la única misión de las señoritas era casarse y tener hijos. Pero Florence no aceptó ninguna propuesta de formar un hogar propio. Ella tenía un llamado que había recibido de Dios: el llamado a servir a otros. Florence quería ser enfermera.

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