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Para entender nuestro texto de hoy, es necesario leer los capítulos 18 y 19 del libro de Isaías, donde el profeta anuncia los juicios de Dios sobre Etiopía y Egipto. Al parecer, los etíopes habían enviado embajadores a Judá para enfrentar con éxito al poderoso ejército asirio, pero Dios no aprobaba tal alianza. De hecho, estaba condenada al fracaso. ¿Por qué Judá buscaba el apoyo humano, por poderoso que pareciera, en vez de confiar en el Dios de sus padres?

El dilema de Judá es el mismo que tú y yo confrontamos cuando atravesamos una crisis y nos parece que la ayuda de Dios no llega. Mientras tanto, sentimos que el mundo se nos viene encima y clamamos: “¿Dónde estás, Señor, cuando más te necesito?”

En medio de la crisis, ¿qué mensaje envió Dios a su pueblo por medio de Isaías? “Porque así me ha dicho el Señor: ‘Voy a mantenerme quieto, pero desde mi mansión estaré observando’ ” (Isa. 18:4; RVC, énfasis añadido).

¡Qué interesante! Mientras nerviosamente las naciones formaban alianzas aquí y allá para enfrentar a los asirios, el Señor le dice a su pueblo, por medio del profeta, algo así como: “¡No confundan silencio con inactividad! Ahora los asirios prevalecen, pero oportunamente recibirán su justa retribución”. Ese día de retribución llegó para los asirios, ¡y en qué forma! (ver Isa. 37:21-29).

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