Читать книгу Elige solo el amor: La relación divina. Libro VI онлайн
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Así, indiferentes ante todo lo que no es amor, los iluminados van caminando por la tierra donde habitan los hombres, sembrando paz con su sola presencia. Van separando la cizaña del trigo con su santo discernimiento, para que los campos den frutos cada vez más abundantes y nada obstruya el crecimiento de aquello que luego será materia para dar de comer del pan que es alimento de vida eterna. Esparcen las semillas del reino allí donde existe un corazón sediento de belleza y verdad. Van dando vida a cada paso. Van despertando a las almas. Viven amando, a la manera de Dios. No confunden lo que es amor con lo que nunca lo será. No disfrazan de bondad lo que no lo es, ni llaman a las cosas por lo que no son.
A lo santo no le corresponde convivir con lo profano. Al amor no le corresponde habitar en la casa del miedo. Sin embargo, lo santo puede pisar la tierra profana y santificarla, del mismo modo en que el amor puede ingresar allí donde habita el miedo y transformarlo en una morada digna de Cristo. La santidad y el amor pueden hacer eso porque saben lo que son y quién es su fuente unificadora y vivificante. Por ello saben que nada puede cambiarlos, saben que jamás pueden dejar de ser lo que son en verdad. No solo lo saben, sino que jamás se les ocurriría ser otra cosa que lo que son eternamente.