Читать книгу Inés онлайн

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Y todos creyeron la farsa. Todos excepto aquel viejo zorro, Núñez de Miranda, que se encontraba merodeando por la capilla del convento como un lobo que acorrala a su presa. Acababa de ganar tan solo la primera de un sinfín de batallas que habría de librar contigo “la esposa del diablo”. Ya tenía enjaulada a la bestia ¿serían suficientes los barrotes del convento para mantenerte cautiva?

Mira que no es así: pudo encarcelar el cuerpo, pero no halló qué hacer con tu gran numen. ¿Cómo detener el ingenio e impedir que tus vuelos intelectuales se colaran fácilmente por cada rendija y llegar al viejo mundo donde hasta yo, el santo varón, el honorable S.J. Diego Calleja, me dejé fascinar por ellos?

Y terminadas sus meditaciones, el padre Diego colocó nuevamente en el cajón de su hermoso secreter de marfil aquel documento que con tanta admiración y cariño volvió a releer aquella tarde. La carta en que Sor Juana le explicaba el porqué había elegido ese nombre como religiosa. Una más de las innumerables epístolas que guardaba devota y celosamente, no tanto en sus archivos, como en su mente y corazón.

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