Читать книгу Micky Ondas, un goleador de otro planeta онлайн
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–Con nadie, señor. Siempre hablo solo.
–¡Ja! Como los locos –sonrió el hombre –. Bueno querido, es muy tarde para estar aquí. Puedes ir a hablar solo en tu casa, ¿no te parece?
El hombre apagó la luz que provenía del aparato rectangular y siguió su camino mirando la pantalla y tocando con un dedo la misma a intervalos cortos.
De pronto Juan el asistente salió nuevamente y le dijo:
–Tiene razón el humano; deberías ir a tu vivienda.
–¿No era que salías solamente cuando yo te lo pedía? ¡Ve para adentro ya mismo!
–A la orden… ¿cómo debo llamarte? ¿Jefe? ¿Patrón? ¿Máster? ¿Superior? ¿Capitán? ¡Mentor! ¡Ese me gusta! ¿Te gusta que te diga mentor?
–Me gusta que no digas nada, que entres en mi mente y me dejes hacer lo que tengo que hacer.
–Perfecto mentor, Micky, mentor… Nos vemos cuando hayas llegado a tu morada.
Juan el asistente volvió a meterse en la cabeza del chico que, gracias a su GPS mental, avanzó automáticamente hacia donde tenía indicado que estaría su casa; así llegó a una calle bien iluminada y recién ahí pudo divisar todo el panorama.