Читать книгу Hay quienes eligen la oscuridad (versión latinoamericana). Cinco mujeres desaparecidas y ningún culpable онлайн

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Atado al otro extremo de la cuerda había otro lazo de nylon que rodeaba el cuello de la víctima. Cada vez que él se despegaba de la banqueta, el lazo que rodeaba su cuello cargaba el peso de ella y la hacía levitar a un metro y medio del suelo.

Ya no había pánico en ella, ni se le agitaban las piernas y los brazos. Cuando se elevó esta vez, fue como en sueños. La Euforia le saturó el alma y la imagen de ella en el aire le cautivó la mente. Cargó con el peso de ella todo lo que pudo, hasta quedar casi inconsciente y al borde del éxtasis absoluto. Cerró los ojos por un instante. La tentación de seguir en busca del máximo de placer era intensa, pero conocía los peligros de adentrarse demasiado por ese sendero espeluznante. Si se excedía, no podría regresar. Aun así, no pudo resistirse.

Con la cuerda ajustada alrededor de la garganta, enfocó los ojos entrecerrados en la víctima que tenía enfrente. La cuerda se ajustó aún más, oprimiéndole la carótida y enturbiándole la visión. Cerró los ojos y se dejó ir momentáneamente hacia la oscuridad. Solo un instante más. Un segundo más.

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