Читать книгу Hay quienes eligen la oscuridad (versión latinoamericana). Cinco mujeres desaparecidas y ningún culpable онлайн

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Las imágenes y los sonidos se le arremolinaron en la mente; se dejó llevar por la fantasía y sintió que ella se despertaba, se movía y se le acercaba. Con La Euforia zumbándole en las venas y las endorfinas corriéndole por los vasos sanguíneos dilatados y atronando en sus oídos, permitió que ella le besara el cuello, luego el hombro. Dejó que le deslizara la mano por la cintura de los pantalones cortos. Presa de excitación, rodó sobre ella. Mantuvo los ojos cerrados y bloqueó de sus oídos los suaves gemidos de su esposa.

Pensó en su lugar de trabajo. En la oscuridad. En cómo podía ser él mismo cuando estaba allí. Se acomodó en un ritmo sexual cómodo y se concentró en la mujer a la que había llevado allí más temprano esa noche. La que había levitado como un fantasma frente a él.

EL DULCE PERFUME DE LAS ROSAS

LA MUJER INCLINÓ EL CUERPO, COLOCÓ las tijeras contra la base del tallo de la rosa y lo cortó. Repitió el proceso hasta tener seis rosas de tallo largo en la mano. Subió los escalones hasta la galería trasera, dejó las rosas sobre la mesa y se sentó en la mecedora a mirar el campo. Vio que la niña se acercaba y subía hacia ella.

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