Читать книгу Hay quienes eligen la oscuridad (versión latinoamericana). Cinco mujeres desaparecidas y ningún culpable онлайн
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Solo en el despacho, sintió un nuevo escalofrío y la camiseta empapada se le pegó a los hombros. Cerró la caja fuerte y giró el dial. El dolor de pecho volvió, sintió que le oprimía los pulmones, y se echó hacia atrás en la silla para luchar contra el pánico provocado por la sensación de ahogo. Ya pasaría. Siempre pasaba.
CAPÍTULO 2
Chicago, 1 de octubre de 2019
RORY MOORE SE COLOCÓ LOS lentes de contacto, revoleó los ojos y parpadeó para enfocar la vista. Detestaba la visión que le brindaban las gafas comunes, gruesas como fondos de botella: un mundo curvo y distorsionado. Los lentes de contacto le daban una afilada claridad, pero no la sensación de protección que experimentaba detrás del grueso marco, por lo que había optado por un término medio. Cuando sintió que los lentes de contacto se le habían acomodado en los ojos, se colocó un par de gafas sin aumento y se ocultó detrás del plástico como un guerrero tras un escudo. Para Rory, cada día era una batalla.
Habían quedado en encontrarse en la biblioteca Harold Washington sobre la calle State; media hora después de enfundarse en su armadura protectora —gafas, gorro de lana bien calzado, abrigo abotonado hasta la barbilla con el cuello levantado—, Rory descendió del coche y entró en la biblioteca. Las reuniones iniciales con clientes siempre se llevaban a cabo en sitios públicos. Desde luego, la mayoría de los coleccionistas tenía inconvenientes con este arreglo porque les significaba sacar sus preciados trofeos a la luz. Pero si buscaban a Rory Moore y su talento para la restauración, tenían que seguir sus reglas.