Читать книгу Hay quienes eligen la oscuridad (versión latinoamericana). Cinco mujeres desaparecidas y ningún culpable онлайн

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Rory asintió.

—¿Me permite verla?

Él empujó la caja hacia ella. Rory levantó la tapa. Inspeccionó la muñeca dañada como un cirujano examina al paciente anestesiado que tiene sobre la mesa del quirófano.

—¿Se rajó o se rompió? —preguntó.

El señor Byrd buscó en el bolsillo y extrajo una bolsita plástica que contenía pequeños trozos de porcelana. Rory notó que tragaba con esfuerzo para controlar sus emociones.

—Aquí está todo lo que encontré. El suelo era de madera, así que creo que recuperé todos los trocitos.

Rory tomó la bolsa y analizó las esquirlas. Volvió a la muñeca y pasó los dedos suavemente sobre la porcelana fracturada. La rajadura era pareja y sencilla de unir. La restauración de la mejilla y la frente podía quedar impecable. No así el hueco del ojo. Restaurarlo requeriría de todo su talento y era probable que necesitara ayuda de la única persona que era mejor que ella en restauración de muñecas. La parte quebrada seguramente estaría en la parte trasera de la cabeza. Esa reparación también sería difícil debido al cabello y el tamaño diminuto de las esquirlas que estaban en la bolsita plástica. Decidió no extraer la muñeca de la caja hasta estar en su taller, por temor a que se desprendieran más trozos de porcelana de la parte quebrada.

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