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Esta resolución contribuyó a consolarlos aquella tarde.

CAPITULO VII

A los pocos días se supo que el capitán Wentworth había arribado a Kellynch. El señor Musgrove fue a visitarlo y volvió haciendo de él los más encendidos elogios y diciendo que lo había invitado a ir con los Croft a cenar a Uppercross a fines de la siguiente semana. Fue una gran contrariedad para el señor Musgrove no poder celebrar antes dicha cena, tal era su impaciencia por demostrar su gratitud al capitán Wentworth, teniéndolo bajo su techo y dándole la bienvenida con todo lo más fuerte y mejor que hubiese en sus bodegas. Pero tenía que esperar una semana. “Sólo una semana”, se decía Ana, para que, según suponía, volviesen a encontrarse; y pronto empezó a desear sentirse segura una semana siquiera.

El capitán Wentworth devolvió sin tardanza la fineza del señor Musgrove, y por cuestión de media hora no estuvo Ana presente. Estaban ella y María preparándose para ir a la Casa Grande, donde, como más tarde supieron, se lo habrían encontrado sin poder evitarlo, cuando llevaron a la casa al chico mayor que había dado una mala caída, y esto las retuvo. La situación del niño dejó la visita completamente de lado, pero Ana no pudo enterarse con indiferencia del peligro del que había escapado, ni siquiera en medio de la grave ansiedad que luego les causara la criatura.

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