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-Considerando todas estas circunstancias -dijo el capitán Wentworth-, debemos creer que fue la mano de la naturaleza la que impidió que fuésemos presentados a su primo.

Cuando pudo llamar la atención de María, Ana serenamente trató de convencerla de que su padre y mister Elliot, por largos años, no habían estado en tan buenas relaciones como para hacer deseable una presentación.

Sentía al mismo tiempo la satisfacción de haber visto a su primo y de saber que el futuro dueño de Kellynch era sin discusión un caballero y daba la impresión de poseer buen sentido. Bajo ninguna circunstancia mencionaría que lo había encontrado por segunda vez. A Dios gracias, María no había intentado ninguna aproximación en su primer encuentro, pero era indiscutible que no estaría conforme con su segundo encuentro, en el cual Ana había huido casi del corredor, recibiendo sus excusas mientras que María no había tenido ocasión de estar cerca de él. Sí: aquella entrevista debía quedar secreta.

-Naturalmente -dijo María-, deberás mencionar nuestro encuentro con Mr. Elliot la próxima vez que escribas a Bath. Mi padre debe saberlo. Cuéntale todo.

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