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Cuando las inquietantes nuevas fueron comunicadas en Uppercross y los padres estuvieron tan tranquilos como las circunstancias permitían, y la hija, satisfecha de encontrarse entre ellos, Wentworth anunció su decisión de volver a Lyme en el mismo coche. Cuando los caballos hubieron comido, partió.
CAPITULO XIII
El resto del tiempo que Ana había de pasar en Uppercross, nada más que dos días, los pasó en la Casa Grande, y la satisfizo sentirse útil allí, tanto como compañía inmediata, como ayudando a los preparativos para el futuro, que la intranquilidad de los señores Musgrove no les permitía atender.
A la siguiente mañana, temprano, recibieron noticias de Lyme; Luisa seguía igual. Ningún síntoma grave había aparecido. Horas más tarde, llegó Carlos para dar noticias más detalladas. Estaba de bastante buen ánimo. No podía esperarse una recuperación rápida, pero el caso marchaba tan bien como la gravedad del golpe lo permitía. Hablando de los Harville, le parecía increíble la bondad de esta gente, en especial los desvelos de la señora Harville como enfermera. En verdad, no dejó a María nada por hacer. Esta y él habían sido persuadidos de volverse a la posada a la mañana siguiente. María se había puesto histérica por la mañana. Cuando él salió, ella se disponía a salir de paseo con el capitán Benwick, lo que suponía le haría bien. Carlos casi se alegraba de qué no hubiese vuelto a casa el día anterior, pero la verdad era que la señora Harville no dejaba a nadie nada por hacer.