Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

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Carlos pensaba volver a Lyme en la misma tarde, y su padre tuvo un momento la intención de acompañarlo, pero las señoras no se lo permitieron. No haría sino aumentar las molestias de los otros, e intranquilizarse más; un plan mucho mejor fue propuesto y se siguió. Se envió un coche a Crewherne por una persona que sería mucho más útil; la antigua niñera de la familia, quien, habiendo educado a todos los niños hasta ver al mimado y delicado Harry en el colegio, vivía por entonces en la desierta habitación de los pequeños, remendando medias, componiendo todas las abolladuras y desperfectos que caían en sus manos y que, naturalmente, se sintió muy feliz de ir a ayudar y atender a la querida señorita Luisa. Vagos deseos de enviar allí a Sarah surgieron en la señora Musgrove y en Enriqueta, pero sin Ana aquello podía resolverse difícilmente.

Al día siguiente quedaron en deuda con Carlos Hayter. Tomó como cosa propia el ir a Lyme, y las noticias que trajo fueron aún más alentadoras. Los momentos en los que recuperaba el sentido parecían más frecuentes. Todas las noticias comunicaban que el capitán Wentworth continuaba inconmovible en Lyme.

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