Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

423 страница из 1361

Henry quiso disuadirme, pero al verme tan convencido, dejó de insistir. Me pidió que le escribiese a menudo.

—Preferiría acompañarte en tus excursiones solitarias —dijo—, en vez de quedarme con estos escoceses, a quienes no conozco; pero vete, mi querido amigo, y vuelve para que pueda sentirme como en casa, lo cual me resulta imposible si no estás.

CAPÍTULO 12

Habiéndome despedido de mi amigo, decidí visitar algunos lugares remotos de Escocia y terminar mi trabajo en soledad. No dudaba de que el monstruo me seguía y se me presentaría delante cuando hubiera concluido, para poder recoger a su compañera. Con esa decisión tomada, crucé las tierras altas del norte y elegí una de las islas Orcadas para finalizar mis trabajos. Era un lugar muy apropiado para aquella tarea, porque apenas iba más allá de ser una roca cuyas orillas eran acantilados constantemente batidos por las olas. La tierra era baldía, y apenas proporcionaba pasto para unas cuantas vacas famélicas y un poco de avena para los habitantes, que no eran más de cinco personas, cuyos cuerpos demacrados y esqueléticos daban prueba de su triste destino. Las verduras y el pan, cuando se podían permitir semejantes lujos, e incluso el agua dulce, procedían de tierra firme, que se encontraba a unas cinco millas de distancia. En toda la isla no había más que tres cabañas miserables, y una de ellas estaba vacía cuando llegué. La alquilé. No tenía más que dos habitaciones, y ambas mostraban toda la escasez de la penuria más miserable. La techumbre se había hundido, los muros no estaban enyesados y la puerta bailaba fuera de los goznes. Ordené que la repararan un poco, puse algunos muebles, y me instalé allí… un hecho que sin duda habría provocado alguna sorpresa si no hubiera sido porque todos los sentidos de los campesinos estaban entumecidos por la necesidad y la extrema pobreza. En todo caso, pude vivir sin que nadie me observara ni me molestara, y apenas si me agradecieron la comida y las ropas que les di: hasta ese punto el sufrimiento debilita incluso las emociones más primitivas de los hombres.

Правообладателям