Читать книгу La dama del perrito y otros cuentos онлайн
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—Es un álbum muy bonito —opinó Olia, la hija de Jmijov—. Debe haber costado más de cincuenta rublos. ¡Está precioso! ¡Qué encanto!... Deberías dejármelo, papito, ¿qué te parece?... Yo te lo puedo guardar. ¡Qué hermoso es! En cuanto terminó la comida, Olechka se apoderó del álbum, se lo llevó a su habitación y lo guardó bajo llave en el cajón de su mesa. Al día siguiente arrancó de él a todos los funcionarios, los dejó tirados en el suelo y en su lugar puso los retratos de todas sus amigas de internado. Los funcionarios cedieron sus puestos a muchachas con capitas blancas. Un rato después Kolia, el hijo de su excelencia, recogió a los funcionarios e iluminó sus uniformes con tinta roja. A quienes no tenían bigote les pintó unos verdes, y a los que no tenían barba, unas marrón. Cuando terminó de iluminar absolutamente todo, recortó figuritas con los retratos, les traspasó los ojos con un alfiler y se puso a jugar a los soldados. El último que recortó fue el retrato del consejero titular Kraterov, lo clavó en una cajita de cerillas y, como remate, lo llevó al despacho de su padre. —¡Papá!... ¡Mira el monumento que hice!