Читать книгу La dama del perrito y otros cuentos онлайн

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Después de que recuperó la serenidad, pronunció varias frases emotivas y estrechó la mano a todos, descendió por la escalera entre vítores, ocupó un asiento en su carruaje y, rodeado por un sinnúmero de bendiciones, se marchó. En el camino a casa, y sintiendo que una serie de emociones placenteras y hasta entonces desconocidas invadía su pecho, lloró otra vez.

En su casa encontró también nuevas alegrías. Allí, sus familiares, amigos, vecinos y conocidos, le dispensaron tal ovación que llegó a sentir que, verdaderamente, su vida había aportado tanto bienestar a la patria que si él no hubiera nacido su país hubiera tenido un destino aciago. Durante el banquete de la jubilación recibió numerosos brindis, discursos, abrazos y lágrimas. En resumen... de ninguna manera Jmijov esperaba que sus méritos fueran reconocidos con tanto entusiasmo.

—¡Señores! —declamó, antes de que se sirvieran los postres—. ¡Desde hace dos horas he estado bendiciendo todos los sufrimientos que asuelan al hombre que trabaja..., digamos..., no por necesidad, sino por la conciencia del deber! Durante todo mi mandato... he sustentado este principio: "El público no está a nuestro servicio, nosotros estamos para servir al público. ¡Y hoy he recibido una magna recompensa! Mis subordinados me ofrecieron un álbum... ¡Aquí lo tienen! ¡Estoy verdaderamente conmovido! Los invitados, con curiosidad y satisfacción genuinas, se inclinaron a examinar el álbum.

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