Читать книгу Alfonso X. Esplendores y sombras del Rey Sabio онлайн
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El que ese nacimiento fuera a ocurrir lejos del Palacio de Burgos respondía más a un contratiempo que a una decisión. Hacía algunos días, Fernando había salido de la capital del reino castellano liderando sus tropas. Como en cada incursión, lo acompañaba su esposa Beatriz, quien cargaba casi nueve meses de embarazo. Y como también era habitual, iba la madre del monarca: doña Berenguela. Marchaban hacia Molina de Aragón, el señorío donde debían neutralizar a Gonzalo Pérez de Lara, un conde rebelado a la autoridad regia. No obstante, al pasar por la ciudad de Toledo la reina sintió punzadas de parto inminente.
Los preparativos para el alumbramiento tal vez comenzaron al mediodía de ese martes cuando la partera acudió al alcázar. Ordenó a las sirvientas aclimatar la habitación atizando el fuego y colocando cortinas para evitar corrientes de aire. Mientras tanto, la experta se aseguraba el amparo de las vidas de la madre y la criatura por venir dispersando imágenes de la Virgen María rodeadas de cirios encendidos. Una vez iniciado el trabajo de parto, hizo que Beatriz deambulara por la habitación sostenida por las dos muchachas.