Читать книгу Alfonso X. Esplendores y sombras del Rey Sabio онлайн

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Después de lo que pareció una eternidad, en la tarde de aquel martes se acallaron los quejidos, los pedidos de pujar y los ruegos musitados. La flamante abuela se arrimó a su hijo Fernando para darle la noticia: la criatura al fin había nacido. Nacido con vida y varón.

Los demás hombres que habían contemplado el parto se retiraron luego de haber cumplimentado su obligación. En la Hispania del siglo XIII, el nacimiento de un miembro de la realeza debía ser presenciado por varios testigos. Así daban fe de que el neonato provenía del vientre de la reina y, en efecto, por sus venas corría sangre regia.

Era el 23 de noviembre de 1221, día de San Clemente, santo del que era muy devota la familia real.

Y bajo el influjo de Sagitario acababa de nacer Alfonso.

Sí, Alfonso, porque estaba planificado que el primer hijo varón de Fernando III ostentara el mismo nombre que a lo largo de más de cuatros siglos habían tenido nueve reyes hispanos.

Y este Alfonso llegaba aspectado por el noveno signo del zodíaco, el quinto de naturaleza positiva y con cualidad mutable. Sagitario, regido por Júpiter y cuyo elemento es el fuego. Símbolo de la conciencia superior y cuya representación es la flecha de un arquero.

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