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Nunca terminé de ajustar cuentas con Chile.
Chile y yo: una cuenta pendiente.
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Los turistas alemanes (soy guía turístico, además de periodista) suelen preguntarme cuándo volví a Chile. Yo les respondo que no volví a Chile: Mi madre fue la que volvió. Yo llegué a Chile.
Eventualmente también podría decir que mi propio exilio comenzó en Chile, en 1990, con 14 años cumplidos, cuando llegué de forma definitiva (antes estuve de vacaciones) con mi madre y mi hermana, tras el divorcio de mis padres.
Es decir, que cuando terminó el exilio de mi madre, comenzó el exilio de nosotros, sus hijos.
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Este punto es importante. Muchos chilenos exiliados nunca volvieron, porque no querían someter a sus hijos a un nuevo exilio.
Hoy viven jubilados en Estocolmo, Berlín, Vancouver.
Hoy sus cuerpos yacen en cementerios de Sydney, Buenos Aires, Nueva York.
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Pero la mayoría de los exiliados volvió.
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Pobres los exiliados que volvieron.
Pobres los hijos de esos exiliados que llegaron.
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