Читать книгу Seguir soñando historia. Una nueva antología de relatos онлайн

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– Dime, hombre de Sumer, ¿la escritura se inventó en tu pueblo u os enseñan que la inventamos nosotros?

– No tengo respuesta a eso, mi señor. Las personas que aprendemos a escribir recibimos la idea que somos el primer pueblo que se asentó en ciudades y con ello, con todas las derivadas administrativas que surgen de dejar de ser nómadas, se hace necesaria la escritura, las leyes, un sistema de gobierno, la propiedad privada y así podría seguir repasando una lista innumerable de inventos.

– Ya veo ya – comentaba pensativo el faraón Jufu – nosotros también pasamos ese tránsito a las ciudades y escribimos para dejar constancia de leyes, tratados de culto religioso o de carácter administrativo. Con todo ello somos capaces de construir algo tan grandioso como la pirámide que se está construyendo y habrás visto antes de llegar a palacio. Veo que es como decían mis escribas, vuestro pueblo cree haber inventado lo que somos el resto. Pero sigue hablándome de esa lista innumerable de inventos…

– Como ordene su señor. En nuestro pueblo hemos creado un sistema giratorio para modelar la cerámica sin mucho esfuerzo, un calendario para tener claro los periodos de cosecha, un reloj para fijar las horas del día y con ello mejorar la burocracia de mi país, el mismo carro de guerra con el que me consta su pueblo combate con bravura o la cerveza, esa bebida que…

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