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Pero, en fin, ¿no iba yo a escribir un libro sobre las estrellas? ¿Qué demonios estoy haciendo entonces? Ahora a ver por dónde empiezo…

¿A dónde van las estrellas cuando mueren?

¡Ah, sí! ¡Quería empezar con aquello de que los seres vivos nacen, crecen y toda esa parafernalia! Pero eso ya tendrá que ser mañana. Ahora voy a tratar de descansar un poco que, para ser la primera noche, menudo prólogo me he echao…

¿Que si me creo lo que está sucediendo? No del todo. ¿Que si va a servir de algo? No estoy muy seguro. ¿Que si estoy emocionado? ¡No te imaginas cuánto!

Luna, espero no volver a verte en varios días. Me quedo con las estrellas.

Primera parte

SEGUNDA NOCHE

Los seres vivos nacen, crecen y toda esa parafernalia

Cuando era niño me enseñaron en la escuela que los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren. Pues una de las cosas más geniales que he aprendido en toda mi vida es que las estrellas también nacen, crecen y mueren; y que luego se reproducen.

Aunque, por lo que yo sé, solo hay dos maneras de aprender esto, y la primera es ser niño durante toda la vida. Esto lo supe cuando leí Peter Pan y Wendy, de James M. Barrie, y ahora puedo decir con seguridad que eso de que las estrellas nacen, crecen, mueren y se reproducen, Peter Pan debía saberlo muy, pero que muy bien. El pobre era un despreocupado y un descarado de lo peor; no creo que hubiera nada en el mundo que le importara más que más bien poco —como no podía ser de otra manera, dicho sea de paso, ya que no tenía una mamá ni un papá—, pero lo que sí es cierto es que ser niño durante tanto tiempo le había enseñado muchísimas cosas. Peter podía volar, incluso sin polvo de hadas, y comprendía el lenguaje de las estrellas. Tanto es así que a menudo jugaba a bromear con ellas: se cuenta que cuando estaba aburrido se les acercaba volando por detrás en silencio y trataba de apagarlas de un soplido. Y, de hecho, fue precisamente una estrella, la más pequeña del cielo, la que le avisó que los papás de la niña Wendy estaban fuera de juego para que Peter pudiera entrar en casa a buscar su sombra, que había perdido en su última visita. Posiblemente fue la estrella número 61 de la constelación del Cisne, yo diría… Pero a lo que iba, que eso de que las estrellas nacen, crecen, mueren y se reproducen, Peter seguro que lo sabía.

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