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¡Entonces, un día sucedió! Eva se acercó al árbol, sola. ¡Esta era la oportunidad de Satanás! Puedo imaginarme que su corazón se detuvo un instante (asumiendo que los ángeles tienen corazón como los seres humanos). Rápidamente encontró una serpiente (o tal vez ella la estaba esperando) y entró en ella. Respiró hondo y dejó que Eva se detuviese un poco, admirando el árbol y preguntándose por qué Dios les dijo que no comieran de su fruto. Entonces hizo su jugada.

Hay que reconocérselo a Satanás. Era muy sutil y muy inteligente, y la forma en que se acercó a Eva muestra que, de hecho, pasó bastante tiempo en la planificación cuidadosa. Apareció disfrazado de serpiente, de la que había tomado posesión. Hablando a través de la serpiente, Satanás dijo:

–Hola, Eva.87

Probablemente ella se giró y miró hacia un lado y al otro, tratando de descubrir de dónde venía la voz. Satanás pudo haber tenido que hablarle varias veces:

–Aquí arriba, Eva, en el árbol. Soy yo, la serpiente en el árbol.

¡Eso llamó su atención! Tal vez pensó: Mmm, una serpiente parlante... ¡Qué inusual!

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