Читать книгу Camino al Armagedón онлайн

121 страница из 127

Justo en ese momento sopló una leve brisa, y Adán sostuvo a Eva un poco más cerca.

–Cariño, siento un poco de frío. Busquemos un lugar agradable y soleado donde podamos sentarnos y calentarnos.

Encontraron una loma cubierta de hierba y se sentaron. Enterrados en sus propios pensamientos, ninguno de ellos habló por un tiempo. Finalmente, Adán rompió el silencio.

–Me pregunto qué dirá Dios.

Eva vaciló por un momento.

–Me estoy preguntando lo mismo...

Se sentaron en silencio por algunos minutos más, y luego Eva comenzó a llorar.

–¡Adán, tengo miedo!

–Yo también –dijo Adán asintiendo con la cabeza.

De repente, Adán se enderezó y se puso de pie.

–¡Eva, mírate! ¡Te ves igual que anoche cuando hicimos el amor!

Eva miró su cuerpo de arriba abajo y luego miró a Adán con una mirada de asombro en su rostro.

–Pero, pero, pero, Adán, ¡tú también!

Adán se miró a sí mismo y gritó:

–Oh, Eva, ¿qué hemos hecho? No podemos enfrentarnos a Dios esta noche luciendo desnudos. ¿Qué vamos a hacer?

Eva guardó silencio por un momento.

Правообладателям