Читать книгу Camino al Armagedón онлайн

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Adán tragó saliva. Luego asintió con la cabeza hacia Eva y le dijo:

–Bueno, la mujer que me diste me trajo parte de la fruta. Me dijo que ella había comido y, obviamente, no le había pasado nada malo, entonces también comí un poco.

Dios se volvió hacia Eva. Su voz, aún suave, le preguntó:

–Eva, ¿es verdad? ¿Comiste la fruta?

Justo en ese momento una serpiente pasó junto a uno de los arbustos. Eva miró y señaló a la serpiente.

–Ella me habló desde el árbol, me dio un poco y yo comí.

Una figura sombría apareció frente a ellos. Satanás estaba de pie junto a la serpiente, con una expresión de triunfante alegría en su rostro. Luego desapareció.

Una breve reflexión

Dios instruyó a Adán muy específicamente que no debía comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Se trata de una ley, una ley muy simple, pero una ley al fin, y conlleva una pena específica por su violación: la muerte. Como aprendimos en el primer capítulo, la ley es una de las características importantes del gobierno de Dios, el Reino de la Luz, y estrechamente relacionado con él está la autoridad para hacer cumplir la ley. Cuando Lucifer y sus ángeles se rebelaron contra la Ley de Dios y su autoridad en el cielo, Dios ejerció esa autoridad para echarlos de allí y enviarlos a nuestro planeta. De la misma manera, Adán y Eva fueron expulsados del Edén cuando hicieron caso omiso de la autoridad de Dios al violar su simple ley que les impedía comer del fruto. Al mismo tiempo, perdieron la presencia del Espíritu Santo en sus mentes y corazones, lo cual les hizo perder otras dos características del Reino de la Luz de Dios: amor y libertad. Así que, los principios básicos subyacentes al Reino de la Luz estaban muy en juego en lo que sucedió en el Edén. Veremos estos mismos principios involucrados en el conflicto entre el bien y el mal desde ese momento hasta la batalla del Armagedón.

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