Читать книгу Un despropósito ecuatorial. Volumen I онлайн

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En su empeño por erradicarla, los españoles trataron de forzar a quienes tenían varias mujeres a elegir y quedarse solo con una; en ocasiones se mandó romper las chozas de las segundas, terceras y sucesivas esposas (curiosa palabra) y se regalaba una hectárea de terreno a todo aquel que se casara por la iglesia. Como complemento, ningún polígamo podía acceder a ser funcionario y estaban obligados a pagar impuestos por cada una de sus nuevas mujeres.

El gobernador Barrera se enfrentó por esta cuestión a los claretianos. El primero pretendía, sobre cualquier otra cosa, poner en valor la colonia,140 los segundos imponer su moral. Uno de los motivos que desencadenó el conflicto fue que el abandono de las mujeres de los polígamos promovido por los misioneros provocaba problemas de orden público. Y es que la imposición a la fuerza de la moral cristiana contribuía a desarticular la sociedad tradicional.

Para colmo, las monjas publicitaban desde la península ´la compra de esposas´ mediante campañas que ellas llamaban rescate de cautivas. Hacían colectas para ello, prometiendo a los donantes que la nativa sería canónicamente bautizada y rezaría por su bienhechor.

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