Читать книгу Un despropósito ecuatorial. Volumen I онлайн

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Ubiquemos el escenario. Para 1914 África estaba ya totalmente repartida (solo había dos estados independientes, que eran Liberia y Etiopía). Tres años antes de que estallara todo Francia se había visto obligada a ceder a Alemania lo que hoy es el norte de Gabón -donde por cierto ayer hubo un intento de golpe de Estado,144 y van ya más de 200 en África desde los años 50-.145 Era lo que se llamó el nuevo Camerún. En consecuencia, el pequeño territorio continental español quedó encerrado como una isla entre posesiones alemanas. Se trataba de un rectángulo de 135 kilómetros de ancho por 180 de largo -entonces las colonias inglesas abarcaban un territorio que era 95 veces más grande que la propia Inglaterra, mientras que todas las colonias españolas juntas no alcanzaban a sumar la superficie de la península-. Alemania aspiraba a tener todo el Congo francés. Y desde luego a anexionarse también el Muni.

En aquel momento España estaba apenas comenzando a construir el ferrocarril que pretendía unir Santa Isabel con San Carlos (la actual Luba). Y si en la isla mantenía cierto control, hasta entonces había sido incapaz de ejercer una mínima vigilancia sobre el continente. Se reducía a imponerse a los playeros de las comunidades de la costa. Más al interior únicamente se producía de vez en cuando algún encontronazo. Ballano menciona, por ejemplo, una acción emprendida en 1912 contra el jefe fang Obama M´Beñe.146 Ojo al nombre. Lo cierto es que las autoridades no solo no lograban evitar las incursiones, sino que a menudo ni siquiera se enteraban de ellas. O lo hacían muchos meses más tarde. Esa permisividad irritaba sobremanera a los gobiernos de Francia y de Alemania, que instaban a España a controlar de una vez su territorio o a aceptar abandonarlo.

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