Читать книгу Un despropósito ecuatorial. Volumen I онлайн

36 страница из 198

Los primeros curas

En cuanto a los misioneros, el primer intento se hizo a través de un capellán de Chamberí.42 Fue infructuoso. Después se probó con las órdenes religiosas presentes en Filipinas, que declinaron de manera gentil (en su acepción de pagana) el católico ofrecimiento de abrir sucursales en territorios tan apartados y malsanos.43 El gobierno acabó recurriendo -como era previsible- de nuevo a los jesuitas, que en ese momento acababan de ser autorizados a reestablecerse en España por tercera vez. Sin resentimientos.

Esto vale la pena explicarlo. Tras la expulsión que ya mencionamos dictada en 1767 por Carlos III dejaron regresar a los jesuitas a España en 1815 (durante el sexenio absolutista) para echarlos de nuevo en 1820 (durante el trienio liberal); los invitaron nuevamente a volver en 1823 (durante la década ominosa -los nombres con que catalogan los historiadores no tienen desperdicio-) para expulsarlos otra vez en 1835, hasta que Bravo Murillo firmó el Concordato con Roma y pudieron regresar. En 1851.44 A continuación se embarcaron hacia Fernando Poo.

Правообладателям