Читать книгу Un despropósito ecuatorial. Volumen I онлайн

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Aun volverán a ser expulsados dos veces más: en 1868, con el triunfo de La Gloriosa45 y más tarde con Azaña en 1932, al comienzo de la Segunda República. Eso sí que es una puerta giratoria.

De todos modos el encargo de Guinea no consiguieron sostenerlo; y no fue tanto por los avatares políticos como por la enorme mortandad. Los dos últimos misioneros jesuitas abandonaron la isla el 4 de abril de 1872. Apenas habían estado catorce años.

La misión estuvo bajo la responsabilidad de José Irisarri, que se dejó -como otros muchos- la vida en el intento. Fue una época dura. Irisarri falleció en marzo de 1868. Le dio tiempo sin embargo en esos años a levantar una iglesia, una casa y un colegio en la Plaza de España de Santa Isabel. También a preparar un vocabulario español-bubi46 que le permitió traducir a esa lengua el catecismo del padre Astete (un libro jesuita de gran difusión del que yo recuerdo haber oído hablar a mi madre), así como a rebajar un poco el recelo de los bubis -a quienes los ingleses habían convencido de que los misioneros tratarían de hacerlos esclavos-. Sobre ellos escribiría en una de sus cartas: …es de esperar de la misericordia del Señor que se domestique a esta gente tan fría y tan apática...47 Se refiere a los bubis, no a los ingleses.

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