Читать книгу Un despropósito ecuatorial. Volumen I онлайн

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Antes de llegar a Fernando Poo Burton era ya un explorador famoso. De los que más. Unos años antes, buscando las fuentes del Nilo, había descubierto junto con Speke los lagos Tanganica y Victoria. Después de eso se pelearon y dedicaron unos cuantos años a descalificarse el uno al otro.

Lo cierto es que desde el punto de vista aventurero -desde los ojos de un europeo varón y rico, claro- la segunda mitad del siglo XIX fue trepidante.

En 1847 Estados Unidos había comprado tierras para instalar en ellas a los esclavos liberados. Fundó Liberia y llamó a su capital Monrovia, en honor al presidente Monroe.

Unos años más tarde, en 1855, Livingstone remontó el río Zambeze (pasaría por dónde está ahora Tete -qué calor- y la presa Cahora Bassa) y descubrió las cataratas Victoria. Se habla de nuevo de descubrir y nombrar como si las cataratas no hubieran estado siempre ahí, con su población alrededor. Después de eso transcurrieron varios años en los que nadie -en occidente- volvió a tener noticias suyas.

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