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Sus páginas relatan en primera persona las disquisiciones filosóficas que un tal Dircona (anagrama de D´cyrano) mantiene con diversos personajes raros que va encontrando en sendos viajes al sol y a la luna. Es un poco el esquema de El principito, pero en irreverente. El periplo no es otra cosa que un pretexto para satirizar los prejuicios e intolerancias de la época y exponer su filosofía materialista.

Dircona viaja a la luna utilizando un ingenioso sistema que aprovecha el vaho que provoca al evaporarse el rocío embotellado. En su primer intento fracasa y en lugar de a llegar a la luna aterriza en Canadá. Detalle interesante.

Cyrano había leído las utopías de Tomás Moro y de Campanella, y conocía también las teorías de Galileo, de Kepler y de Copérnico. Claro que esos tres eran creyentes y él, en cambio, todo lo contrario. Elimina a dios de los cielos y disfruta escandalizando a la iglesia. Sostiene que la fe no es más que un defecto del raciocinio.

El libro tiene como antecedente directo El hombre en la luna, la obra de un obispo (Francis Godwin) cuyo protagonista es curiosamente un español al que llama Domingo Gonsales -con ese apellido más parece de Sinaloa- que viaja a la luna en un carro tirado por gansos salvajes.

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